Esperamos que sea niña

¿Para qué disimular?, ¿eh, señores de Calzedonia?

Sí, queridos lectores, de nuevo la publicidad, y es que no puedo estar viendo la tele tranquilamente sin que se cruce ante mis ojos algún spot que me haga salir la bilis a borbotones. En esta ocasión es el anuncio de Calzedonia:


Queremos tu vida.

Todo muy bonito, canción de piano con voz suave de treintañero-que-se-preocupa-por-ti-y-tiene-más sentimientos-que-la-media incluida. Tonos rosas y felicidad en todas las etapas de la vida, desde que nace, crece, ama, ríe, se casa y terminamos con un embarazo y vuelta a empezar. Qué majos. ¡NO! Se descubren con un "esperamos que sea niña". Automáticamente me imagino a 8 orondos accionistas de Calzedonia, alrededor de una mesa fumando puros, comiendo huevos de cóndor y viendo el vídeo promocional de la nueva campaña de su empresa, mientras piensan en la de cosas malévolas que van a poder comprar con el dinero que se gasten los padres que tengan niñas en sus malévolas tiendas -como podéis ver, todo es malévolo-.

Y piensan regodeándose en su propia crapulencia ¿para qué disimular? Sólo esperamos que sea niña para que te gastes un montón de pasta en ella, y para que ella, totalmente alienada tras años de productos Calzedonia, haga lo mismo con su hija, que tendrá gracias a la selección embrionaria. Y así hasta el infinito. Hasta que no queden hombres y sólo queden féminas que visten calcetines de cuerpo entero -una futura moda del año 2150-.

De modo que, sabiendo el horrible futuro que le espera a la raza humana ¿vas a comprar en Calzedonia? ¿Te alegrarás si es niña? Los accionistas de Calzedonia sí.

De cómo John Travolta copió a David Hasselhoff

Llevo tiempo fijándome en que los personajes antagonistas de John Travolta son iguales. Son clones unos de otros. Y es que Travolta ha encontrado el elemento que hace malo a una persona: la perilla. De modo que el bueno de John incorpora este malévolo elemento a todos sus personajes malvados, como podéis admirar en las siguiente instantáneas.

Foto 1: a la izquierda Travolta de malo -con perillaca- en asalto al tren pelham. A la derecha, Travolta de bueno -sin perillaca- en cerdos salvajes.

Cada día más fanegas.

Foto 2: Travolta de malo -con perillita- en operación swordfish. Travolta de malo -con perillarl- en campo de batalla la tierra.

¡Tengo perillaaaaaarl!

Lo peor de todo, es que ha copiado la fórmula que había inventado otro grande de la televisión mundial: David Hasselhoff. Fue él el primero en ver el potencial que las perillas tenían para sus personajes de el coche fantástico.

Foto 3: A la izquierda Garthe Knight -con perillita-, el hermano gemelo malvado de Michael Knight -sin perilla-, que se encuentra a la derecha levantando el pulgar como persona cool que es.

¡Se va a vé en un follón que no sabe dooonde sa metío!

Mucho me has cambiado John.

Nel mio intimo c'è Chilly

El mundo de la publicidad es un generador infinito de IRA. Si se inventara algún día una máquina capaz de transformar la IRA humana en energía pura se podrían combinar ambos elementos y ¡ZAS! el mundo se transformaría de la noche a la mañana en un lugar mejor en el que vivir, sin hambre, sin contaminación y sin IRA, ya que se canalizaría toda para transformarla en energía. Aunque yo me quedaría sin temas para escribir en aqueste blog, ya que la IRA es la que mueve mis dedos para transformar las divagantes ideas formadas en mi lóbulo frontal en textos comprensibles y descifrables hasta por simios somnolientos. Espero entonces, que nunca se invente una máquina con tamaña capacidad.

Esto, queridos lectores, ha sido una introducción. Un poco larga, sí, pero necesaria para meternos en materia. Y la materia es la publicidad, y más concretamente un spot publicitario que se ha empezado a ver por las cadenas de nuestra raquítica y desfasada oferta televisiva. El spot en cuestión trata el siempre delicado tema de la higiene femenina -un tema que ya hemos tratado en este, vuestro blog-.

En esta ocasión, el producto en sí no es el problema, ya que es necesario para que la raza humana siga multiplicándose sin parar. El problema de este producto es su nombre: Chilly, y más concretamente el uso que le dan para la frase que da nombre a toda la campaña publicitaria: en lo más íntimo quiero Chilly.

En italiano, porque la Cúpula lo vale.

Bravo. No tengo palabras. A saber cuantas personas, tanto de la empresa de publicidad que se ha encargado de al campaña como de la propia marca, habrán visto el anuncio antes de emitirlo, y a nadie le ha sonado raro eso de ahí abajo quiero Chilly. A nadie le ha venido a la cabeza que el nombre del producto guarda una alarmante similitud con el nombre del plato mejicano por antonomasia, el chile. A nadie se le ha ocurrido que decir en lo más íntimo quiero Chilly se parece demasiado a decir quiero frotarme mi zona intima con pimientos picantes y luego ponerme a bailar.

Espero que alguien de la marca se de cuenta del error que han cometido y, o bien cambien el el nombre del producto, o bien metan unas cuantas horas infografiando y el anuncio acabe siendo un spot promocional sobre los beneficios del chile. ¡Viva Mejico!

Mi currículum

He mandado muchos currículums en los meses que llevo en el paro. Dicen que con todas las copias de mi currículum que andan por el ciberespacio y por los despachos de Madrid, se podría cubrir Asia entera. Dicen que si todas las personas que han tenido mi currículum en la mano lo leyeran ahora mismo, habría miles de accidentes de coche, morirían cientos de personas por atropellos y caerían decenas de aviones con los pilotos afanados en la lectura. Dicen que es el segundo texto escrito más extendido de la historia, tan sólo por detrás de la biblia. Dicen que si se pusieran todas las letras de todos mis currículums en linea, se podrían dar diez vueltas a la tierra. Y eso en Times New Roman tamaño ocho. Dicen que si se imprimiesen todas las copias digitales de mi currículum, que habitan en millones de ordenares, se acabarían los árboles de la tierra. Dicen que para escribir todas las copias de mi currículum haría falta que un millón de chimpancés estuvieran dándole a la máquina de escribir durante diez años. Dicen que con todo el papel necesario para imprimir las copias de mi currículum se podría generar tanta energía calorífica como para alimentar una estrella del tamaño del Sol durante media hora. Dicen que las grapas necesarias para grapar todas las copias de mi currículum serían capaces de cubrir un estado como Prusia. Dicen que para fabricar la tinta necesaria para la impresión de todas las copias de mi currículum habría que secar 8 planetas como la tierra. Dicen que para almacenar todas las copias digitales de mi currículum que andan por el ciberespacio en un solo disco duro, éste tendría que tener el tamaño de Italia. Dicen que mi currículum es ya responsable de la extinción de ocho especies animales y veinticinco vegetales y que supondrá la siguiente gran extinción en masa.

O eso he oído yo...

Dora la Exploradora es malvada

Hoy estaba viendo Bob Esponja en la tele y sin previo aviso el aparato ha empezado a emitir gritos de niños e imágenes a tal velocidad que convertirían una convención de epilépticos en la mayor fiesta de la espuma de la historia.

Los gritos eran de niños y niñas que aclamaban a Dora una y otra vez. Bien, la tal Dora ha comenzado un show en el que los protagonista eran los perros y los antagonistas eran los hombres del servicio municipal de recogida de animales abandonados. Dora y sus amigos -una especie de mapa del tesoro y una cantimplora llena de orina- se dedicaban a promulgar sus creencias hipiescas diciendo que había que salvar a los perros de los malvados señores del servicio municipal de recogida de animales abandonados que los querían cazar para, según ella, hacerles cosas sexuales.

Perro incapaz de predecir nada.

Alguien tendría que decirle a Dora -y por alguien, me refiero a vosotros- que no todos los perros del mundo son buenos y no todos los trabajadores del servicio municipal de recogida de animales son malos. Porque cuando un niño llegue a casa con la cara mordida y espumando debido a las primeras fases de la rabia, ¿quién va a explicarle que lo que le dice Dora es mentira? ¿Quién le va a explicar que en este caso, el perro es malo y el señor del servicio municipal de recogida de animales abandonados es bueno?

Sí, puede que sean matices. Pero cuando un padre llegue a casa y descubra que ésta ha sido invadida por decenas de malolientes perros callejeros que han defecado sobre su valioso sofá Luis XIV, ¿quién evitará que mate a los perros? ¿Su hijo? ¿Dora? ¿Los peces gordos de Whasington?

Por último está el probable caso del hijo del señor que trabaja en el servicio municipal de recogida de animales abandonados. Cuando vea a Dora -su Diosa- diciendo que su padre es peor que Hitler, ¿Quién pagará las costosas sesiones de psiquiatra a las que deberá someterse ya en la adultez para librarse del recuerdo de su padre enjaulando perros?

Pensad en ello.